La Alcarria es un territorio con una gran historia a sus espaldas. Sólo hay que visitar algunos de sus municipios para comprobarlo. Y para muestra, el caso de Fuentenovilla, una localidad emplazada en el límite con la Comunidad madrileña. “La población se encuentra situada en lo que fue «Camino Real» desde Cuenca y Huete hacia Alcalá de Henares y Madrid. Tras la toma de la comarca por los castellanos, Alfonso VII la incluyó en el alfoz de Zorita y, con ella, pasó al dominio de la Orden de Calatrava”, explica la alcaldesa, Montserrat Rivas.

La villa se mantuvo bajo dicha propiedad hasta la venta del patrimonio de las órdenes militares. En ese momento, la adquirió Luis Hurtado de Mendoza, marqués de Mondéjar, en 1538. Fuentenovilla perteneció a dicho linaje –el de los Marqueses de Mondéjar y Bélgida– hasta la abolición de estos privilegios en la Constitución de Cádiz de 1812.

Según el «Diccionario geográfico-estadístico-histórico», de Pascual de Madoz, realizado entre 1846 y 1850, el municipio contaba –a mediados del XIX– con 180 casas. Entre las mismas, se distinguía el edificio consistorial –donde, además, se domiciliaba la cárcel–, una carnicería, un pósito y una escuela de instrucción primaria, frecuentada por 37 alumnos. La población alcanzaba los 292 habitantes.

Gracias a esta luenga historia, el enclave presenta un importante patrimonio monumental. Del mismo, se alza –en un lugar destacado– la picota, una obra maestra realizada en la segunda mitad del siglo XVI. En sus elementos se distinguen características renacentistas. “Sobre una serie de gradas de piedra, y encima de un grueso pedestal, se levanta una esbelta columna en la cual pueden distinguirse diversos elementos”, explican los historiadores. De hecho, su primer tercio es cilíndrico, tras lo cual se observa una moldura, que –a su vez– da paso a un friso con decoración vegetal.

El siguiente cuerpo de la picota es un fuste acanalado. La columna culmina con un capitel corintio en cuyas esquinas se suceden dos pares de “cabezas leoninas”, que –junto con otros elementos artísticos– sustentan un “templete abalaustrado”, terminado por un capitel piramidal. En el mismo, se distinguen dos cuerpos, decoración de escamas y una cruz de hierro, que se consuma por una cruz de hierro. Esta construcción mostraba el villazgo del municipio y, en el mismo, se impartía justicia.

Y aunque la picota es el símbolo del lugar, en Fuentenovilla se pueden encontrar multitud de recursos patrimoniales. Entre ellos, el Ayuntamiento, un complejo de mediados del siglo XVII –fue edificado entre 1750 y 1760–. En el edificio consistorial se divisa un curioso carrillón, instalado a principios del siglo XX en el reloj municipal, que aún sigue en funcionamiento.